Cuando hace un año nos quedamos a las puertas de conseguir el objetivo, dijimos que lo volveríamos a intentar.
En noviembre de 2018 se cumplió el plazo para entregar las 500.000 firmas adveradas ante la Oficina del Censo Electoral. No cumplimos el requisito por muy poco; habíamos estado recogiendo firmas en toda España con trabas administrativas, boicots y todo tipo de impedimentos.
Desde entonces hemos crecido mucho, Hablamos Español es ahora una asociación con una sólida implantación, que ha tejido una red en toda España y cuenta con equipos de trabajo y colaboradores en muchos ámbitos y sectores. Muchas personas, sobre todo familias afectadas por la imposibilidad de estudiar en español, acuden a nosotros y nos demandan que plantemos cara a la imposición de lengua en todas sus vertientes, sin aceptar injerencias de partidos o lobbies, ni ceder a las presiones de quienes ostentan el poder.
Ya conocíamos los disparates que se están cometiendo con la disculpa del fomento de las lenguas españolas diferentes del español, pero durante estos últimos meses hemos recibido tantas llamadas y peticiones de ayuda, que incluso nosotros nos hemos sentido sorprendidos por el avance y la intensificación de esta imposición de lenguas sin parangón en el mundo civilizado. No hay más que ver las noticias que hemos publicado estos últimos días:
- Un grupo de valientes del equipo del País Vasco de Hablamos Español reparte información en las calles de Laguardia, (Álava, a 20 km de Logroño), porque el próximo curso en el único colegio de Primaria les van a implantar solo línea de enseñanza íntegramente en vasco.
- Un profesor de Galicia asesorado por nosotros ha estado estos días pidiendo la colaboración de más profesores que se atrevan a acompañarlo en una demanda conjunta contra la Xunta de Galicia porque le prohíben usar el español, ya no solo en actas, boletines, avisos o comunicaciones escritas con las familias, sino también cuando se comunique por escrito con sus compañeros.
- Un padre alicantino no consigue que el colegio le entregue las comunicaciones en español, y por pedirlas lo presionan con recaditos a través de su hija de ocho años. Y mientras publicábamos esto, nos llegaban otras muchas quejas que vamos atendiendo internamente. La mayoría de casos no salen a la luz por miedo a presiones y señalamientos. Casi todas son quejas de familias hartas de no poder escolarizar a sus hijos plenamente en español, una de ellas la de una guardia civil, cuyo pequeño va a ser cambiado de idioma por segunda vez, debido a los traslados de su madre. Y esto es así en TODAS las CCAA con lengua cooficial, todas las semanas.
Estamos hartos de esta situación totalitaria y absurda.
Vamos a llevar al Congreso de los Diputados una Ley que garantice el derecho a poder estudiar en la lengua que nos une a millones de personas en España y a cientos de millones en todo el mundo; la lengua que muchos de nosotros tenemos como propia, aquella en la que preferimos expresarnos.
Aunque sea algo axiomático, algo obvio, hay que insistir en ciertas verdades. Diremos una y mil veces que como mejor aprende un niño es en su lengua materna, que la enseñanza con varias lenguas como vehiculares ha de hacerse con cautela y siempre de forma voluntaria, porque se deja de aprender terminología en tu propia lengua y se resiente su registro.
La inmersión lingüística que hoy se impone con más o menos crudeza en todas las Comunidades Autónomas con lengua cooficial, no está pensada para beneficiar a nuestros niños y jóvenes, sino para satisfacer los intereses políticos y económicos de quienes las promueven. La prueba más palpable de que no les mueve el beneficio de los niños, es que ni siquiera se tiene en cuenta a los pequeños con necesidades especiales, lo constatamos en Hablamos Español, donde hemos tenido que asesorar a más de una familia en estas circunstancias.
Es nuestra obligación como padres, como ciudadanos, velar porque esto se solucione. Una imposición así no se consentiría en país alguno. En aquellos que tienen más de una lengua oficial, se aplica lo que proponemos nosotros, y esto es así, gobierne la derecha o la izquierda, porque se dejan a un lado intereses partidistas en aras de beneficiar la formación de los que una sociedad más debe proteger, porque son los más vulnerables y porque son su futuro.
Nos gustaría que se dijese la verdad sobre el contenido de los tratados internacionales como la Carta Europea de las Lenguas. Los países felicitados por el Consejo de Europa son aquellos que permiten a los padres elegir la lengua vehicular en la enseñanza.
Nos gustaría que se dijese la verdad sobre las sentencias del Tribunal Constitucional, que avaló ya en el año 1986 el sistema de libre elección de lengua.
Nos gustaría que se dijese la verdad sobre el significado del concepto mismo de bilingüismo, que en las democracias no implica que todos tengan que conocer las lenguas oficiales al mismo nivel, sino que se pueda elegir entre ellas en la enseñanza y en la Administración.
Quienes hemos analizado la situación en profundidad, sabemos que desde varios sectores se está impulsando una Ley de Lenguas ideada para que todas las lenguas de España, las que ahora son oficiales y las que podrían llegar a serlo, tengan igual peso que el español incluso en las Comunidades Autónomas donde no tienen lengua autonómica. En suma, quieren que el español deje de ser la lengua que nos une porque, al parecer, conviene a lo que han proyectado hacer con España y porque interesa para engordar el chiringuito que alimenta a su lobby.
Cada vez que echéis en falta el español en un edificio oficial, en un documento, en un rótulo, o en el nombre de un lugar, recordadlo, no están promocionando otra lengua, están borrando el español.
A los que sienten la tentación de alegrarse por tener un elemento diferenciador, quien crea que un requisito lingüístico le dará más oportunidades porque cierra puertas a quien quiere entrar le decimos: piensa cuántas puertas se te cerrarán a ti en el resto de España, donde hay otros lugares en los que también están levantando barreras lingüísticas, piensa que el requisito lingüístico en la Administración es la excusa para imponer la lengua en la enseñanza. Se genera una necesidad para crear una obligación. Es la profecía que se autocumple.
A este y al otro lado del océano, en nuestro idioma se han escrito algunas de las páginas más bellas de la literatura universal. Hablamos la segunda lengua materna del mundo, la que hablan casi 600 millones de personas, la que tiene 50 millones de hablantes en Estados Unidos, la que cada vez más estudiantes del todo el mundo quieren aprender y en lugar de potenciarla y rentabilizarla la eliminan de los lugares oficiales y prohíben a cientos de miles de niños estudiar en ella.
No queremos que se retiren derechos a nadie, pero queremos que se respeten los nuestros. Estudiar otras lenguas nos parece positivo, pero queremos que se pueda elegir la herramienta de estudio, nuestra lengua vehicular. No queremos porcentajes impuestos, porque no queremos renunciar a una parte de lo que es bueno, porque la libertad no se negocia.
Todos los niños hispanohablantes, vivan donde vivan, en Toledo, en Vizcaya o en Orihuela, deben tener el mismo derecho a conocer a fondo su idioma, porque es el suyo, porque tiene un gran poder de comunicación, o sencillamente porque es oficial. Así se hacen las cosas en las democracias. En ninguna de ellas consentirían que existiesen las barreras lingüísticas que tenemos en España.
Queremos:
- Que se pueda estudiar en español en toda España.
- Que el español también esté presente en la Sanidad, edificios oficiales documentos, información turística, señales de tráfico, etc.
- Que ser hispanohablante no suponga un impedimento para viajar, establecerte, o acceder a una oposición en cualquier lugar de España.
- Que puedas rotular tu negocio en la lengua que tú quieras.
- Que no se frustre la creación cultural en español en las comunidades bilingües a causa de las ayudas exclusivas a los creadores que no usen el español.
- Que los topónimos en español de larga tradición vuelvan a ser oficiales.
Vamos a utilizar todas las armas que una democracia pone en nuestras manos para solucionar este problema y una herramienta muy útil y valiosa es llevar una ley al Congreso, la ILP de Libertad de Elección de Lengua de Hablamos Español.
A nuestros conciudadanos les decimos: ¡SÚMATE! Recorreremos España y difundiremos un argumentario fresco y sin complejos, para que comprendas hasta qué punto esto es importante. Ya está bien de mentiras y de falacias.
A los partidos les decimos que dejen a un lado sus intereses y que vean lo que se hace en el resto del mundo. Intentaremos convencer a los tibios instalados en el bi-tri-pluri-timo- linguismo y haremos lo imposible para que PSOE y Podemos comprendan que no hay nada más reaccionario y perjudicial para los más desfavorecidos que la imposición de lengua.
Se gastan enormes sumas de nuestro dinero en campañas para disfrazar con musiquillas y caras sonrientes la imposición lingüística, un producto nocivo. Expertos en marketing se devanan los sesos para convencernos de que es mejor estudiar en una lengua que no es la propia.
Quieren vendernos un lecho de hielo como si fuese el abrazo cálido de una madre. Solo les diremos que el español es nuestro tesoro y no vamos a renunciar a él.
Para más información, accede a Ley de Libertad de Elección Lingüística
Seis de febrero de 2020.